Documental y nación.com
Políticas públicas e identidad: Québec-Canadá.
Un nuevo modo de inscribir lo real en lo documental, el dispositivo —el gran angular— como parte de la expresión y de las relaciones entre la obra y el espectador convierten a Les Raquetteurs (1958, de Michel Brault/Gilles Groulx), en un botón en muestra de la búsqueda del directo antes del directo. La calle, el ritual, el sentido de pertenencia, la cámara como mediación, como espacio para ir estableciendo esas constantes que definen, desde Canadá, un modelo con variaciones: cinéma vécu, cinéma verité, «le cinéma d’ici». La existencia de una productora pública, la Office National du Film (ONF)/National Film Board (NFB), acabará por aunar, desde 1939, un entramado de prácticas y autores en los que se definen diferentes épocas del documental como operador identitario y que nos obliga, como primer paso, a optar por una observación de tipo panorámico o a tratar de saber, desde un caso específico, el de Québec, por qué vía un país se representa en un cierto tipo de documental (el cinéma verité), convirtiéndolo en label internacional para la cinematografía canadiense, cuando se idea y se realiza desde lo real. Un film y un autor fundamental, Pour la suite du monde (1963, de Pierre Perrault), no sólo se convierte en el primer largometraje —de Québec y de Canadá— que se presenta en Cannes, sino que, además, va a indicarnos ese momento de bifurcación entre dos políticas, la federal y la nacional, y la incorporación de una idea clave para configurar la dialéctica entre subjetividad y nación.