València VO

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Intervención de Margarita Ledo Andión en resposta á homenaxe da AE-IC

En Momentos estelares da humanidade, Stefan Zweig elabora catorce miniaturas entre as cais «A disputa do Polo Sur. Capitán Scott, 90 graos de latitude, 16 de xaneiro de 1912». Incorporabámonos naquela expedición cara á Antártida, pensada para ser a primeira na historia. Perto, moi perto de acadar o seu obxectivo, Bowers, un dos compañeiros da presada de científicos-exploradores do abismo «crava os ollos nun punto pequeno e escuro no medio do inmenso campo de neve». O noruegués Amundsen adiantáraselles. Porén, no noso imaxinario, e coido que isto é importante en falando da Comunicación, non nos interesa quen chegou primeiro e si quen nos entregou un legado no que non só se constatan os feitos senón un modelo de construción de coñecemento que se organiza a redor da colaboración, o instrumental de rexistro canda a consciencia de que todo o aprendido debe regresar á sociedade. A nós.

Intervención de Margarita Ledo na homenaxe da AE-IC
Fotografía: VII Congreso Internacional da AE-IC – València 2020

La competitividad decae como figura en este viaje que, como sabemos, y a pesar de la muerte de sus protagonistas principales, tiene para la humanidad un final feliz. Fijémonos en la ida. En la larga espera en Cabo Evans, porque deviene un modelo para la solidaridad científica junto al uso de las nuevas técnicas —el cinematógrafo— y otras herramientas que como la biblioteca de campaña o la máquina de escribir, entretejen el revelado de películas, la recogida de muestras geológicas o la exploración cartográfica, con las puesta en común que ejemplificamos en la conferencia que cada noche, cada persona imparte para las demás.

1.

Queridas colegas, amigas y amigos, doy comienzo a esta intervención con algunas resonancias que balizan mi inscripción en esta «comunidad electiva» que es la AE-IC, constituida de manera oficial en el congreso que tuvo lugar en el año 2008 en la Universidad de Santiago. Resonancias generacionales, resonancias de tomas de posición, resonancias académicas y científicas que, tal microhistorias, tienen su réplica en lo que un día emerge como espacio de relación para investigar esta arena mórbida, la Comunicación. Permitidme que le agradezca al consejo científico de la AE-IC este reconocimiento hainbat urtetik hona, hain oparoa izan den lankidetzan, Ramon Zallo irakaslearena bezalakoa, y que resienta el pasado del presente en el pre-aieri que en 1982 se celebró en la Universitat Autònoma de Barcelona y al que asistí desde Lisboa en calidad de becaria de la Fundación Gulbenkian. Guardo, todavía, las intervenciones en fotocopia y de tiempo en tiempo escucho aquellos golpes detrás de la puerta que me hacen seguir pensando que el azar fue generoso al llevarme a dar un paso incierto, presentarme en 1983 a un concurso en la UAB, cuya huella me trae hasta aquí. I perquè la llista, per la seva extensió, podria semblar un memorial, la personalitzo en Emili Prado, el meu director de tesi (1988), una espècie d’ombra protectora que, com a primer degà-comissari, va ser present a l’articulació del segon pas decisiu que vaig fer: la incorporació l’any 1991 dels estudis de comunicació a la USC. Seguint l’estella d’aquests moments inicials i indiciaris, el congrés pre-airei i el meu doctorat, citaré a dues altres persones que allarguen aquesta ombra protectora: Miquel de Moragas, la seva actitud, el goig de mirar i aquesta «semiosi infinita» que practica, o Enrique Bustamante y su advertencia: no olvides nunca el proceso de producción. Porque, en Foto-xoc e xornalismo de crise, mi Tesis Doctoral, presentaba los usos de la foto pero no entraba en el newsmaking, aspecto que enseguida apliqué al primer proyecto europeo, «Tv e interculturalidade», realizado entre la USC, Rennes-2 y Aberystwith. O Rosa Franquet. Los viajes a esos congresos del sur, a LUSOCOM en Manaus, Praia, Maputo; del IAMCR en Guarujà (1992) al de Cartagena de Indias (2017). Et voilà!

Desde esta «comunidad electiva» que Maurice Blanchot sitúa en la decisión de reunirse en torno a determinada opción sin la que la tal comunidad no existiría; conscientes de su fragilidad tal vez porque algunos ensayos previos no fueron adelante, entre todas las personas que constituimos la Asociación, fuimos aquelando un andamiaje, una estructura simple que se demostró efectiva y que hoy nos acoge. No puedo dejar de recordar la comisión gestora y la primera directiva en la que participé con Moragas presidiendo y en compañía de Bustamante, Sierra, Díaz Andino, Campos y después Petxo Idoyaga o Carmen Peñafiel; la primera semi-plenaria de Género en el Congreso de Bilbao en 2014 que es a partir de ahora una sección específica de nueva creación, ni esta mecánica, este ir labrando y preparando la tierra, que dio también fruto en la reconfiguración de las relaciones con Latinoamérica y con esa singularidad que es el espacio lusófono. García Canclini, inauguraba el Congreso realizado en Santiago de Compostela; Martin Barbero era homenajeado en 2010 en Málaga, Rosa María Alfaro en el de Bilbao, Marques de Melo en Madrid. En suma, amigas y amigos, podríamos decir que, por una vez, la AEIC, que tanto se parecía al personaje de «la maladie de la mort» de Marguerite Duras, a aquello que muere por no tener vivido, sobrepasó la cerca.

2.

Me adentro, así, en mi propia cosmogonía. Como creadora, como ensayista, como alguien que escribe y que hace cine porque también es docente e investigadora; como alguien que desde el feminismo palpó la necesidad de armonizar el modo de actuar desde un modo de pensar, y las políticas del cuerpo —de la experiencia, de la materialidad de la existencia— como escenario en el que se representan y expresan todas las variaciones del encuentro.

Me adentro con un equipaje reconocible que lleva la etiqueta de Benjamin, en pos de imágenes que piensan, o la muy reciente de Enzo Traverso, Melancolía de izquierda, quien, al repasar a Kracauer se detiene en que observemos si se produce o no la implicación respecto a los acontecimientos que constituyen el objeto de investigación. En mi caso, opté por hacer cuerpo con dichos objetos, más allá de lo que, seguramente, los manuales de buenas maneras recomiendan.

Mi obsesión, como la de tantas, es la práctica de la teoría, a través de esa diferencia que localizamos en la imagen técnica: su alma reproductiva, su uso expansivo, su capacidad para ser «concha y berberecho» [Bazin], forma y contenido de una realidad que deviene memoria, huella. Y que en el caso del filme abre las ventanas al reconocimiento del denominado cinema of small nations, con o sin estado, que estudio desde aspectos formales, identitarios o expresivos y hasta la disponibilidad de recursos, como la formación y la investigación, que las políticas contemporáneas contemplan.

Como lugar de enunciación escojo «Lenguas no hegemónicas y cinema», que en el cine europeo son las otras cinematografías en lenguas distintas a las 6 dominantes, y que desde donde os hablo, aunque con situaciones diferentes, son esas otras lenguas de nación, es decir: catalá, euskara, galego. Y es que la lengua, construcción comunal en la historia, no debe entenderse como una variable independiente, de quita y pon, sino como un material que configura no sólo el sentido de una obra como su significado en el marco del discurso social en el que se emplea [Wittgenstein] y en el horizonte de un cinema que, al mismo tiempo que nos hace visibles nos narra para los otros y les demanda ser partícipes de esta experiencia.

3.

Llegamos hasta aquí después de varios proyectos europeos, gallegos, latinoamericanos y estatales, que reclamaron la ideación de un dispositivo metodológico que presentaremos en este Congreso y porque en una de las conclusiones de la investigación Cara ao espazo dixital europeo: o papel das pequenas cinematopgrafías en VO que finalizaba en 2015, derivada de la aportaciones del grupo de un centenar de expertas, se afirmaba que disponer de películas en versión original (VO) y versión original subtitulada (VOS) era una opción irrenunciable e insustituible en el actual mapa cultural europeo, desenvolvimos el proyecto, «EU-VOS», finalizado hace apenas unos meses que, más allá de su significado literal, «Europa-Versión Original Subtitulada», en gallego une lo personal, es decir lo autoral, en lo colectivo. En 2018 «EU-VOS» obtuvo el sello del Año europeo del Patrimonio Cultural, material, inmaterial y digital con el análisis comparado de las políticas públicas en las diferentes naciones del Estado, con la revisión crítica de posiciones que ven en el subtitulado un obstáculo para la circulación de filmes; con la exploración de líneas emergentes verbo de la accesibilidad lingüística en el consumo cinematográfico, y en la calidad de los subtítulos con su integración en el proceso creativo. O que arde, la película más vista en la historia del cine en lengua gallega, Premio en Cannes 2019, y pre-candidata al Oscar, sería un buen ejemplo.

Y coincidimos con el profesor Jacques Guyot, cuando advierte que si estas cinematografías en lenguas no-hegemónicas tienen una posibilidad de existir es gracias a las ayudas públicas —a escala local o europea— con vistas a paliar las insuficiencias de un mercado que pasa, tanto de las producciones independientes denominadas «menores» como de las militantes y de vanguardia.

A lo largo de este viaje participamos de los cambios acontecidos en el campo del pensamiento y en la estabilización de categorías que, como ya reivindicara Philippe Meers, permiten un análisis más matizado para las pequeñas cinematografías nacionales. Quiero, ahora, recordar al profesor de la Universidad de Ámsterdam Thomas Elsaesser, colaborador nuestro, que partió inesperadamente en Beijing, diciembre de 2019, cuando considera la reivindicación del cine nacional como parte de un proceso con objetivos culturales y políticos.

4.

Y como final feliz, apuntar dos aspectos sobre el cine en lengua gallega —una de las aplicaciones del proyecto se concretó, precisamente, en la publicación de 3 volúmenes: Marcas na paisaxe, A foresta e as árbores, De illas e sereas—. El primero tiene que ver con su discontinuidad histórica, hecho que nos invita a utilizar la genealogía como método. El segundo ligado a lo anterior, se refiere a un cierto «aroma» colectivo y político —el tema de la emigración, dominante en cada periodo y en diferentes modalidades, es un buen indicador— a la par que una voluntad de estilo y de compromiso personal cuyo exponente más conocido es el Novo Cinema Galego, sobre el que, a partir de algunos indicios fortuitos, efectuamos un giro hacia una mirada menos convencional para interrogarnos si existen lazos invisibles entre un acontecimiento que se da a ver con este apelativo y determinadas prácticas que singularizan el cinema que identificamos como feminista. Desde esta posibilidad iniciamos una reflexión para, de confirmarse esa analogía, ponernos a pensar por qué la tal «filiación» no se verbaliza por parte de la crítica.

Nuestra sospecha en torno a la «filiación» entre el Novo Cinema Galego (NCG) y las prácticas feministas devienen de la presencia incesante de la autobiografía en algunas obras significativas; en la preocupación por la palabra en otras; en el cuerpo propio del cineasta (masculino) como materia narrativa; en el giro hacia espacios cotidianos como el de la casa o la saga familiar; en la exploración y el proceso de búsqueda como actitud artística; en la apropiación y en la mostración más que de un resultado, de un proceso.

Se trata, ya lo habrán observado, de construir una cierta tradición y de recuperar una estirpe que comienza, precisamente, con el primer filme nacional gallego: lengua, personaje colectivo, filmar el territorio, filmar el trabajo y la fiesta, filmar los rituales, GaliciaFinisterre (1936) de Carlos Velo, perdido desde el final de la guerra civil y recién engarzado, en 2011, por un equipo de nuestro grupo de investigación, GEA, a partir de la aparición de cinco bobinas en un archivo ruso. Porque una de las variables que trae de la mano «hacer cuerpo con los objetos de pesquisa» es que nunca das nada por perdido. Boxeas, boxeamos, por amor.

Graciès. Obrigada. Mil primaveras máis para a AE-IC!

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